Ya entrados en el 2013, fui enviado a un hospital en la ciudad de Matamoros, ahí estuve casi un año laborando como médico general, pero una de las cosas más particulares que experimenté en aquel lugar, fue que conocí a un peculiar animalito con una curiosa historia. Su nombre era Mala suerte, un gato negro que "vivía" en el hospital, y esta es su historia como me la contaron.
Un año atrás, la cede de dicho hospital se encontraba en otro lugar, era un edifico viejo y más pequeño. En ese lugar, una noche, una gata callejera que solía pulular por lo general en las calles cercanas a dicho sanatorio, dio a luz a cinco gatitos justo en frente del hospital. Algunos refieren que les llevaban comida a la gatita que siempre se encontraba cuidando a sus cachorros. Sin embargo, semanas más tarde, una tormenta azotó a la ciudad, y el frío acabó con la corta vida de cuatro gatitos. La pobre mama gata, al pensar que todos sus pequeños habían perecido, decidió irse y nunca más volver. No obstante, personal de este sanatorio, encontraron con vida al pequeño gatito que aún quedaba vivo, por lo que lo llevaron a una de las áreas verdes dentro de la unidad de salud para poder protegerlo de la interperie, allí, con el paso de los días y de las semanas, el pequeño gatito fue creciendo y el personal de dicho lugar ya casi lo veían como un elemento más del sanatorio, aun que vamos, no del todo ya que en primer lugar era un gato, y en segundo lugar callejero. No obstante, con el tiempo hasta un nombre se terminó ganando. Mala Suerte.
Los meses pasaron, y un día, llegó la orden de que todo el personal debía migrar a las nuevas instalaciones del sanatorio. Un hermoso, acogedor y moderno hospital que construyeron al otro lado de la ciudad. Dado que no necesitaban llevarse consigo también el mobiliario, y la cantidad de pacientes era prácticamente ninguna, el traspaso al nuevo lugar fue casi de un día para otro. Sin embargo, alguien notó que Mala Suerte se iba a quedar solo, sin su familia que lo cuidó por todo ese tiempo. Así que no faltó una persona con un enorme corazón que decidiera llevarlo consigo al nuevo hospital.
Ya en las nuevas instalaciones, Mala Suerte no tardó para sentirse como en casa, sin embargo, como tal, y por posibles razones de trabajo y otras comisiones, el personal poco a poco fue descuidándolo. Sin embargo, pocos meses después llegó una persona que cambiaría, o al menos haría la vida un poco mejor para Mala Suerte. La doctora Riso Zao.
La doctora Riso Zao era también una medico general, con una increíble personalidad y estupenda simpatía. Era en resumen un excelente ser humano, pero además, una excéntrica amante de los gatos. Así, que Mala Suerte encontró a su seguidora número uno.
Unos dos o tres meses después, llegué de cambio a dicho hospital y, en cuanto llegué, noté la presencia de un gato negro, que, caminaba como Juan por su casa por los pasillos externos del hospital, cosa que, no me molestó de hecho ya que yo también, como sabrán, soy un amante de los animales. El punto fue que obviamente llamó mi atención y pregunté el origen del felino, y acaban ustedes de leer lo que me fue narrado. Después caí en razón de que la doctora Zao ya tenía bien acostumbrado a Mala Suerte, era casi como su mascota.
Era cuestión de tiempo para que alguna autoridad hiciera una observación sobre la presencia de nuestro amigo gatuno en las inmediaciones del hospital. Sin embargo por cuestiones personales la doctora Zao no podía llevarlo a su hogar. Asì que, como todo lo contrario que significa su nombre, Mala Suerte, y las perosnas que cuidaban de él, siempre lograban esquivar las inconformidades de los directivos. No obstante, debo aclarar, que Mala Suerte nunca fue un peligro para los pacientes, ya que el, de hecho siempre se mantenía o deambulaba por las áreas donde no se llebaba acabo la atención a los mismos. Pero en fin. Después de casi un año que estuve en ese lugar, no supe más de Mala Suerte. Espero y halla podido seguir al cuidado de la doctora Zao, o de alguien que realmente halla podido cuidar de él.
Era cuestión de tiempo para que alguna autoridad hiciera una observación sobre la presencia de nuestro amigo gatuno en las inmediaciones del hospital. Sin embargo por cuestiones personales la doctora Zao no podía llevarlo a su hogar. Asì que, como todo lo contrario que significa su nombre, Mala Suerte, y las perosnas que cuidaban de él, siempre lograban esquivar las inconformidades de los directivos. No obstante, debo aclarar, que Mala Suerte nunca fue un peligro para los pacientes, ya que el, de hecho siempre se mantenía o deambulaba por las áreas donde no se llebaba acabo la atención a los mismos. Pero en fin. Después de casi un año que estuve en ese lugar, no supe más de Mala Suerte. Espero y halla podido seguir al cuidado de la doctora Zao, o de alguien que realmente halla podido cuidar de él.
El era un consentido. |
Lo siento joven, ahorita no estamos atendiendo a forasteros. |
Ahmm. Disculpe, necesito pasar... |
En mi primera guardia morí del susto que medió cuando lo encontré dormido en una sala de espera. |
A la doctora Zao le gustaba tanto Mala Suerte que le regalaron esto en su cumpleaños. |